El plomo es un recurso útil con posibilidades ilimitadas. Es confiable, ha sido sometido a prueba y aprobado para su uso en muchas industrias fundamentales. La industria automovilística la aplica de varias maneras, como componente de las baterías, por ejemplo. Para el año 2030, unos 2 millones de vehículos dependerán de baterías de plomo. Otros ejemplos incluyen a los fabricantes de aviones, que necesitan plomo para la electrónica y las aleaciones de aeronaves para evitar que el metal se astille y cause accidentes, y a los hospitales y centros de datos que necesitan plomo para los sistemas de respaldo. 

Puede parecerle sorprendente, pero el plomo es altamente sostenible. El plomo tiene una reciclabilidad del 99 % y continúa siendo reciclado a partir de los recursos existentes dentro de la economía circular, con lo cual se evita gran parte de la necesidad de extraer plomo adicional. Su rendimiento sigue siendo constante, independientemente del tiempo que se utilice.

Por último, el plomo es una solución de almacenamiento de energía segura y rentable tanto para los trabajadores del sector como para los consumidores. Por el contrario, otras baterías con distintas composiciones químicas presentan desafíos debido a su costo y volatilidad potencial. Lo sabemos porque manejamos todos los tipos de baterías y debemos tomar precauciones exhaustivas y ejercer un cuidado extremo cuando se trata de transportarlas y reciclarlas de forma segura.